9 de febrero de 2008

Diario de abordo (3)


Tras un corto trayecto hasta los hangares del templo Jedi, los dos amigos llegan hasta una nave marcada en su casco con muchas cicatrices de haber realizado demasiados vuelos y haber sobrevivido a muchas aventuras, en la que se puede leer "The Leviathan One"...

Se encaminan hacia la rampa de acceso que está bajada, y entran...
En la sala central de la nave se escucha una voz de una chica joven dando voces a una unidad R2...

Ellen - ¡¡R2!! ¡¡¡Trae las tortitas del Microondas!!! Deja de hacer el bobo, que Xarux estará al llegar, y me dijo que traería visita!!

Por el comunicador interno de la nave se escucha la voz de Xarux... Mientras la rampa de entrada vuelve a la posición inicial...

XrX - ¡¡Peque, ya estamos aquí, y el Maestro esta hambriento!!

Al llegar a la sala principal, se encuentran con Ellen, una chica joven, vestida con un mono de mecánica, el pelo recogido en coletas, que esta colocando platos en la mesa y llevando cosas desde la cocina...
Ellen para y se acerca a dar un abrazo al Maestro, gesto que a pesar de que se ha vuelto una costumbre, no deja de sorprender al Jedi...

M.A. - Buenos días Ellen. Cuanto tiempo sin verte. Estás muy guapa.
Ellen - Buenos días Maestro, hacia mucho que no nos veíamos... - Dice, mientras se sonrojan sus mejillas.

Los tres se sientan a la mesa, el Maestro Alec se quita la túnica dejando a la vista su brazo mecánico, y su rostro marcado por una cicatriz que cruza su nuevo ojo cibernético, que ya no llama la atención a sus amigos.
Durante la mañana, la extraña pareja de pilotos, cuentan al Maestro Alec, sus aventuras por toda la galaxia desde la última vez que se vieron, que había sido poco después de que éste regresara de su accidentada última misión, y decidiera retirarse del servicio.
Ellen y XaruX habían estado bastante ocupados desde que firmaron un contrato con el Consejo Jedi, ya que el Leviathan se dedicaba a llevar Jedis a los lugares donde éstos eran necesarios, que desde un tiempo, cada vez era en más lugares, con unas misiones lo más diversas...
Parecía como que la galaxia entera estuviera volviéndose loca, y los Jedis intentaran traer la cordura de nuevo.

Tras el desayuno, Ellen insistió en llevar al Maestro a conocer su casa en Corellia.
XaruX y Ellen, poco después de lo de Xavier, habían decidido pasar un tiempo en algún lugar, para reparar y modificar la nave lo mejor posible, y para intentar traer un poco de calma a sus vidas.

Y qué mejor lugar para hacerlo que Corellia, un planeta precioso, con unas playas maravillosas, y por supuesto con unos de los mejores astilleros de la galaxia, aunque no pueden compararse con los de Mon-Calamari, pero como no querían separarse demasiado de Coruscant, buscaron un planeta cercano.
Su nueva casa era una granja a poca distancia de las playas doradas de Corellia, con un hangar privado, y una casa bastante cómoda, además habían construido una gran piscina, así que era un lugar perfecto para pasar unas vacaciones.

El Maestro Alec, era el único Jedi que conocían la existencia de esta granja, ya que los pilotos preferían mantenerlo en secreto, por si sucedía cualquier cosa. Aunque solo había estado una vez en ella, cuando la compraron, y las cosas habían cambiado mucho desde entonces por allí.
Así que el Maestro decidió aceptar la invitación.

M.A. – Siempre es un placer volver a viajar en el Leviathan.

(Continuara...)

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