13 de febrero de 2011

Dudas del camino...

Nuestro camino por el desierto, me recordaba las historias que había leído de niño, esas de grandes ejércitos en busca de nuevas conquistas, de hombres de gran valor buscando méritos para conseguir convertirse en caballeros, de caballeros demostrando su valía intentando encontrar la bestia más grande y peligrosa que jamás hubiera existido.

Pero por alguna extraña razón, me sentía como estos últimos hombres, que buscaban su unicornio, su dragón de cien cabezas, su Leviatán, su grial.

Me sentía tan perdido, tan ansioso por llegar a nuestro destino, que en lo más hondo de mí, algo me recordaba lo que pensaba cuando leía esos cuentos, esas leyendas en las que el héroe, por culpa de sus ansias cometía graves errores.

Aunque como es lógico en los cuentos, al final todo salía bien, nadie moría y él siempre salía vencedor, de cuantos fracasos de otros valientes habría sido precedido.

No podía permitir que esos errores sucedieran ahora, debíamos continuar con calma, sin acelerarnos. Debíamos intentar salir todos vivos de esta misión, y con el mayor de los éxitos posibles.

No buscábamos más gloria que la de una misión cumplida, un lugar explorado, un misterio resuelto, para darle a nuestro Rey todo lo que el necesitaba. Ya buscaríamos nuestra propia gloria más adelante, buscando nuestro propio unicornio, o nuestro grial.

No hay mayor gloria que cumplir los deseos de nuestro Rey.

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